Resuenan los dulces sonidos
Me soltaste después la mano, ¿Dime por qué me amaste?
A los ojos me diste el sueño que entonces me brindaste,
pero luego sin mirarme, la mirada me la quitaste,
¡Dejando sólo tu recuerdo, sin paz me dejaste!
Cuando juntos los dos estábamos, temblaban flores de primavera,
mientras bajo lluvias torrenciales, querías que te quisiera.
Mis tardes solitarias recuerdan cómo nos amábamos.
¿Qué fue este debate después en que nos enrollábamos?
Recuerdo sonidos fragantes, los tuyos y los míos,
pero ya que lejos estás, mis ojos abren sin su brillo,
exitosa por afuera y por dentro hosca y perdida,
sigo soñando que me ames, que sin ti no tengo vida.
Innumerables flores han florecido ya en mi jardín,
pero tu ausencia es como una lluvia que continúa sin fin,
Recuerdo tan bien el calor de tu presencia inicial,
¡No me vuelvas ahora ajeno, lejos y glacial!
La ausencia de ti me acosa cada momento sin cesar,
tu alegre alma coqueta, tu dulce atormentar.
¿En qué marea sin fin se ahogaron los dulces momentos?
Los juegos que jugamos, las copas y gratos intentos,
Me acerqué un día a un extraño por pura ocasión,
y me casé con él con calma, sin frenesí y sin pasión.
Quería estar aprisionada en el calor de tu abrazar,
pero la historia que dictó el destino fue otra, escuchar…
En mi dedo llevo un anillo sin cariño y sin valor,
y mis brazaletes no esconden la falta de ardor…
Los pliegues de las sábanas de cama tu nombre me insisten a llevar,
mientras tu amor que he perdido me quema por siempre sin cesar.
¡Mi cara una vez bonita, es ya flor por marchitar!
Condenada a vivir sin ti, por más que me echo a gritar.
¡Vida mía, mía sigues, y para siempre mía serás!
Mi amor desbordado guarda lo que en el espejo tú verás.
No disimulo mi sed por ti aunque sean los despojos,
mientras un río de gotas me cubre inundándome los ojos.
Desprovista de luz y vida, te ofrezco mi triste lamentar.
¿No vendrás a salvarme la vida y a mis lágrimas secar?
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© Sreedhari Desai